Los astrónomos creen que el asteroide 2024 YR4 tiene probabilidad de una colisión con nuestro planeta en 2032.
Los objetos cercanos a la Tierra no son infrecuentes en el sistema solar. Se trata de asteroides y cometas, los «escombros de construcción» que quedan de la formación de los planetas. La mayoría de ellos son inofensivos, pero los ejemplares de gran tamaño pueden causar muchos problemas.
Basta recordar el meteorito de Cheliábinsk, en Rusia, de 2013, que causó sensación en el sentido literal de la palabra. Pero las consecuencias de la caída de un cuerpo verdaderamente grande, comparable al que, según una versión, mató a los dinosaurios, podrían ser catastróficas para toda la humanidad.
Detectar objetos cercanos a la Tierra no es una tarea fácil. Los astrónomos, como detectives espaciales, vigilan constantemente el cielo. Tienen a su disposición toda una red de potentes telescopios ubicados en diferentes puntos del planeta. Estos «guardianes ansiosos» fotografían enormes áreas del cielo en busca de anomalías.
La clave es notar el movimiento. Cualquier objeto que se mueva sobre un fondo de estrellas fijas se vuelve inmediatamente sospechoso. Además, cuanto más cerca está este objeto de la Tierra, más rápido parece moverse. Es como con un tren: si va corriendo delante de ti, la velocidad se siente más aguda que si lo estuvieras viendo desde lejos.
Así se descubrió el año 2024 YR4. El sistema ATLAS, que utiliza varios telescopios, incluido uno ubicado en Chile, registró su movimiento. Potentes ordenadores procesaban gigabytes de datos, seleccionando entre los numerosos objetos aquellos que potencialmente podrían ser de interés.
Encontrar un objeto es sólo la mitad de la batalla. Todavía tenemos que entender qué es. Los telescopios ópticos son buenos para una «primera mirada», pero para determinar con precisión la distancia a un asteroide, los científicos recurren a los radiotelescopios. Emiten ondas de radio que, al reflejarse en un objeto, permiten “sentirlo” a distancia. Desafortunadamente, en el caso de 2024 YR4, este método aún no está disponible: el asteroide ya está demasiado lejos.
Queda por analizar el brillo del objeto y sus cambios. Esto ayuda a tener una idea de la forma del asteroide, su velocidad de rotación e incluso su composición. Pero sin datos precisos sobre lo bien que refleja la luz, todas estas conclusiones siguen siendo meras conjeturas. Es como armar un rompecabezas: primero juntamos las piezas individuales y luego tratamos de adivinar la imagen completa.
Después de descubrir un nuevo objeto, sus datos se comparan con los catálogos existentes. Si no hay coincidencias, el asteroide se considera un “recién llegado” y se incluye en la lista para estudios posteriores. Se está monitoreando de cerca y se está transmitiendo información al Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional.
Pero aquí también hay dificultades. Si un asteroide se acerca a la Tierra desde el lado del Sol, es casi imposible verlo debido a sus rayos cegadores. Así fue como, “al amparo” del Sol, el meteorito de Cheliábinsk se coló entre nosotros.
Si la probabilidad de que un asteroide colisione con la Tierra supera un determinado umbral (normalmente el 1%), la información se transmite a la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN). La organización coordina los esfuerzos de científicos de todo el mundo para rastrear objetos espaciales potencialmente peligrosos. Fue IAWN la que emitió la primera alerta de colisión con respecto al YR4 2024.
Los astrónomos ahora están en una carrera contra el tiempo. 2024 YR4 se está alejando gradualmente, volviéndose cada vez más tenue para los telescopios terrestres. Si no se pueden obtener datos precisos sobre su trayectoria en un futuro próximo, la próxima oportunidad de observación no aparecerá hasta 2028, cuatro años antes del esperado «encuentro» con la Tierra.
Cuantos más datos podamos recopilar, con mayor precisión podremos calcular la órbita del asteroide y, en consecuencia, evaluar el grado de riesgo. Es como un pronóstico del tiempo: cuanto más información tengan los meteorólogos, con mayor precisión podrán predecir hacia dónde se dirige un huracán.
Todavía no hay una respuesta clara a esta pregunta. En 2022, la NASA realizó un experimento exitoso al enviar la nave espacial DART en un curso de colisión con el asteroide Dimorphos. El objetivo se logró: la trayectoria del asteroide cambió. Pero esto fue sólo un lanzamiento de prueba y Dimorphos no representaba una amenaza real.
Cambiar la trayectoria de un asteroide que vuela hacia la Tierra requeriría mucho más esfuerzo y, lo más importante, tiempo. Es necesario no solo calcular con precisión la trayectoria de vuelo, sino también comprender de qué está compuesto el asteroide: de esto depende la elección de la estrategia de impacto.
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